Detrás, la oscuridad

 

Un cuerpo convulsivo que se expresa comunicándose con un piano preparado y sonidos electrónicos.

Volvemos a nuestros orígenes, cuando el oído era nuestra primera guía para estar al acecho y evitar el peligro. Es el instinto primitivo el que nos mantiene alerta ante las situaciones de inestabilidad. Ante todo, la escucha. Somos todo oídos, escuchamos nuestro cuerpo, las vibraciones sonoras, las voces, el espacio.

«Detrás, la oscuridad», Antony Maubert

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